
Quienes logran llegar a tierra son detenidos y hacinados en campos de concentración donde aguardarán hasta ser repatriados una vez se conozca su procedencia. Muchas veces los gobiernos de sus países de origen los ignorarán, no se responsabilizarán de ellos. Otras veces los arrestados no dirán de donde vienen para evitar así ser deportados y mantener aún viva la llama de su esperanza. Permanecerán atrapados en un limbo acotado por rejas hasta que los vuelvan a arrojar (inevitablemente) a la mísera realidad de la cual huían.
Los pobres emigrados del tercer mundo serán pobres en el primer mundo, los nuevos esclavos serán condenados a vivir en el olvido y a realizar los trabajos más ingratos, explotados y desprotegidos. En la viñeta, una mano sujeta unos paquetes de pañuelos donde se lee “Malvive”. Quien vende pañuelos en los semáforos no tiene otra opción más que la de malvivir.
Y aquí acaba esta serie de ilustraciones que pretende trazar un recorrido por las diferentes realidades de una trágica situación que viven miles de personas. Más allá de entrar en cuestiones políticas, este trabajo intenta abordar desde una visión más humana las contradicciones de un sistema bipolar atroz, haciendo principal hincapié en mostrar el drama de aquellas situaciones que padece el eslabón más bajo de la sociedad; un gran cúmulo de personas condenados a ser ignorados por unos y odiados por otros, simple y llanamente por ser pobres.