jueves, 22 de octubre de 2009

sábado, 17 de octubre de 2009

Corrupción

Harto.

Harto y hastiado de un sistema que recompensa la mentira y la subordinación por encima del interés común. Harto de una clase política que se envilece a través del enriquecimiento personal y que se creen los señoritos del cortijo. Harto de asistir en absoluta perplejidad al espectáculo circense que día sí y día también hace aparición en los medios de comunicación. De aquellos que para justificar sus mentiras niegan las evidencias, de los que engañan a través del "perriodismo", de los que poco cambian para que nada cambie, de aquellos que para apagar un fuego deciden utilizar más gasolina.

Harto de los que se profesionalizan en política para blindar sus redes empresariales, de los que trepan como orugas con el único fin de engordar sus cuentas bancarias a costa del erario público. Harto de las mafias legales, de los nuevos patricios, de los que compran y someten voluntades. Harto del amiguismo entre los profesionales de la ley, de los que creen que su existencia está por encima del resto y se atreven a despreciar y denunciar a quienes denuncian sus fechorías. Harto de los que expían sus propias culpas en el más débil, para quienes periodismo significa sensacionalismo y se pervierte en un grosero populismo.

Harto de los que apoyan unas guerras y niegan otras, de quienes actúan en consecuencia... de sus intereses privados. Harto en definitiva, de quienes han hecho de su profesión el robo y la extorsión desde la impunidad, de quienes han decidido que una "demos-kratos" se basa en representantes y representados.

Pero lo más horroroso y deplorable es la condescendencia y la sumisión de una sociedad que ha aceptado la profesionalización del hurto como un mal menor, de quienes aceptan como condición sine qua non la naturaleza corrupta del político y mendigan un pedacito de bienestar justificando con votos la existencia del burócrata corrupto de un color u otro.

domingo, 4 de octubre de 2009

Mirades... inmigración y pobreza (3 de 3)

Quienes logran llegar a tierra son detenidos y hacinados en campos de concentración donde aguardarán hasta ser repatriados una vez se conozca su procedencia. Muchas veces los gobiernos de sus países de origen los ignorarán, no se responsabilizarán de ellos. Otras veces los arrestados no dirán de donde vienen para evitar así ser deportados y mantener aún viva la llama de su esperanza. Permanecerán atrapados en un limbo acotado por rejas hasta que los vuelvan a arrojar (inevitablemente) a la mísera realidad de la cual huían.

Los pobres emigrados del tercer mundo serán pobres en el primer mundo, los nuevos esclavos serán condenados a vivir en el olvido y a realizar los trabajos más ingratos, explotados y desprotegidos. En la viñeta, una mano sujeta unos paquetes de pañuelos donde se lee “Malvive”. Quien vende pañuelos en los semáforos no tiene otra opción más que la de malvivir.

Y aquí acaba esta serie de ilustraciones que pretende trazar un recorrido por las diferentes realidades de una trágica situación que viven miles de personas. Más allá de entrar en cuestiones políticas, este trabajo intenta abordar desde una visión más humana las contradicciones de un sistema bipolar atroz, haciendo principal hincapié en mostrar el drama de aquellas situaciones que padece el eslabón más bajo de la sociedad; un gran cúmulo de personas condenados a ser ignorados por unos y odiados por otros, simple y llanamente por ser pobres.

Komikelx