Carromero es un patán, un esperpento "valle-inclaniano". Carromero es fiel espejo, una deformación de la decadencia moral de la clase política dominante. Carromero, flamante dirigente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular, es un chapucero y un inútil. Poco se puede decir cuando la estupidez humana se muestra en total plenitud. Sólo cabe asistir atónitos (bowl de palomitas entre las manos) a semejante espectáculo.
Carromero lo asumió como un reto y una prueba para su ascenso en el Partido. Es lo que tiene hacer méritos para inflar el currículum. Es lo que tiene ser un trepa. Carromero se embarcó en una empresa que consistia en violar la soberanía de Cuba y burlarse de sus leyes. Entró creyéndose agente secreto y pretendió insuflar una generosa cantidad de dinero al grupúsculo comandado por Oswaldo Payá. Que en España la financión de los partidos políticos sea un tema oscuro y maloliente, no significa que Cuba sea un apéndice más de esta enfermedad crónica que asola España.
Carromero, en una de sus misiones dentro de la isla que consistía en desplazar en coche a los máximos dirigentes de la mini-oposición, acabó estrellándose contra un árbol y los mandó a mejor vida. Vaya desgracia Carromero, quien te mandaba pilotar al volante cuando tú mismo sabías que eras un peligro para la vida de los conductores, pasajeros y transeuntes. Seguramente Carromero nunca vió los anuncios de la DGT advirtiendo de los peligros de los excesos de velocidad. De nada sirvió "accionar levemente el freno como cualquier automovilista" cuando irías más flechado que Sonic después de pillar un looping. Tus 42 multas desde el 2011 te avalan.
En fin, al menos esperemos que las autoridades no sean tan beligerantes con tu persona y que al menos te dejen vestir con el polo de Lacoste en la prisión. Con estilo Carromero, con estilo.
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